lunes, 23 de abril de 2007

Revolucion Abril 65: !Yankee, go home!















En víspera del 27 aniversario de la revolución de abril me sorprendió el eco del grito, de la exclamación, que cual repique de campanas lleno el espacio inmenso de las treintas cuadras de la ciudad amurallada que por sus calles estrechas y sus muros gruesos se convirtió en la zona constitucionalista:
!Yankee, go home!

En ese ayer, las paredes vestidas de agujeros de bala mostraban orondas, impregnadas en su cuerpo de cemento la frase que representaba el honor y la dignidad de una nación herida.

Veinte y siete años de un hecho histórico, que muy pocos quieren recordar.
Suficiente tiempo para olvidar en lo más recóndito de la memoria los sueños fallidos y las promesas de luchar por un utópico futuro mejor.
Palabras al viento que fueron pignoradas por una placida y tranquila vida burguesa.

Bastantes años para contar otra historia, divorciada de los hechos, para rehacer la revolución sobre el papel y enterrar la verdadera.


Inventar una versión acomodaticia, donde los verdaderos protagonistas fueron ignorados y donde los meritos y hazañas, vinieron a pertenecer a muchos que nunca participaron realmente en el fragor del combate y apenas visitaron la zona de soslayo.

Demasiados años de leyendas y cuentos para cual piedra filosofal transmutar la historia de sangre y sudor de simples y sencillos hombres de carne y hueso que con su desprecio por la vida y su desafió a la muerte, con el gesto de resistir salvaron la dignidad de todo un pueblo, sacrificando mucho de ellos la vida en el ejemplo.


Abril-septiembre 65, cuan rápida giro la rueda del porvenir: la batalla del Puente, la toma de la fortaleza Ozama, el desembarco de 42,000 marines, la creación de los Comandos, la academia Militar 24 de Abril, la Operación Limpieza en la Zona Norte, el asalto al Palacio Nacional, el fallido intento de llevar la guerra a San Francisco de Macorís, el ataque descomunal de los norteamericanos el 15 y 16 de junio, las negociaciones y el fin de la ilusión: la vuelta a la realidad y junto a ella, el regreso del gran e inesperado beneficiario de la contienda quien desde un frió exilio vino a ocupar el solio presidencial.

Coronel Caamaño









A 27 años de lejanía, volví a oír el grito, pero ahora, carente de toda la agresividad que daba el coraje, ahora parecía tener trasfondo musical y melódico. Ya el grito no pertenecía al arsenal de la guerra psicológica, ya no representaba el honor de un pueblo.

El grito del presente es una frase indigna, una limosna, una vergüenza: es el lamento de un país roto y atomizado que no cree en si mismo, donde la cultura del naufragio se ha establecido haciendo que toda opción que no sea individual, parezca filantropía.



El grito que se oye ahora es el plañido que se repite en el yolerismo del este, en el aspirante a polizonte, en los saltibamquis playeros, en la bailarinas hacia Europa, en el profesional sin trabajo y en el pluriempleado y en todos los que solo ven su destino allende los mares.




Ahora el grito es recitado por una nación desesperada
que newyorkinizo sus aspiraciones y trata de olvidar su historia.
Ahora el grito dice:
!Yankee, go home!,
but please, take me with you.



JviauJuan Miguel


Pd: Este articulo, salvo unos ligeros cambios lo escribí para el Periódico Hoy, en 1992. Ahora son 42 años, en vez de los 27 de entonces, pero parecería que el articulo aun tiene la misma vigencia.



Tumba CaamañoMapa Combates Zona Norte

miércoles, 18 de abril de 2007

Ulises Y la Odisea


La Odisea es uno de los primeros textos de la épica grecolatina y por tanto de la literatura occidental, es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuida al poeta griego Homero.

Fue originalmente escrita en lo que se ha llamado dialecto homérico y narra la vuelta a casa del héroe griego Odiseo (Ulises en latín, que es el nombre que usaremos en adelante) tras la Guerra de Troya que es narrada en La Ilíada.
Ulises es quien pone fin a dicha guerra mediante la estratagema del famoso caballo de madera que lleno de soldados en dejado fuera de las murallas troyanas, mientras el resto de las tropas fingen embarcarse e irse en los barcos, abandonando el sitio, en la noche, los soldados dentro del caballo, encabezados por Ulises salen de su escondite y llega la debacle de Troya.
Una vez finalizada la guerra, los aqueos vuelven a casa y Ulises tarda veinte años en regresar a la isla de Ítaca, donde poseía el título de rey, período durante el cual su hijo Telémaco y su esposa Penélope han de tolerar en su palacio a los cortesanos que buscan desposarla, mientras consumen de manera desenfrenada los bienes de la familia.

Ulises se destaca por su fuerza, valor, que muchas veces raya en la temeridad, su dominio del arte de la oratoria y su astucia. y inteligencia, además de la ayuda constante que recibe de Atenea, hija de Zeus y de Hermes, para poder contrarrestar las iras del Dios Poseidón que no pierde oportunidad de molestarlo con su tridente. Es decir, Ulises es un instrumento de disputas de los Dioses.

El poema está dividido en tres partes. En la Telemaquia (cantos del I al IV) se describe la situación de Ítaca con la ausencia de su rey, el sufrimiento de Telémaco y Penélope debido a los pretendientes, y cómo el joven emprende un viaje en busca de su padre. En El regreso de Ulises (cantos V al XII) se narra el final del viaje del héroe hasta su hogar. Es en esta parte donde se detallan todas sus aventuras desde que salió de Troya hasta su vuelta a Itaca. Finalmente, en La venganza de Ulises(cantos XIII al XXIV), se describe el regreso a la isla, el reconocimiento por alguno de sus esclavos y su hijo, y como Ulises se venga de los pretendientes matándolos a todos. Tras aquello, Ulises es reconocido por su esposa Penélope y recupera su reino. Por último, se firma la paz entre todos los itacenses.

Para quien no lo haya leído, y quiera motivarse, aconsejo leer primero los cantos del IX al XII, donde Ulises una vez encontrado y ayudado por Nausicaa, la hija del Rey de los feacios, nos cuenta sus aventuras: los cicones, los lotófagos, Polifemo y los cíclopes, la isla de Eolo, el palacio de Circe la hechicera, el viaje a los infiernos, las sirenas, Escila y Caribdis. Las Islas del Sol y de Ogigia, donde fue retenido por la ninfa Calipso. Estas aventuras constituyen la parte más conocida e interesante de la Odisea. Son relatos impresionantes. En una muy breve síntesis podríamos resumir que Ulises y sus hombres saquean las ciudades de los cicones, arriban a la región de los lotofagos ; comedores de loto, que los endrogan y los hace irresponsables, al salir de allí caen en manos de Polifemo el cíclope gigante de un ojo que se almuerza a 4 miembros del grupo, antes de que Ulises le deje ciego con una lanza de madera caliente y escapen amarrados a las panzas de las ovejas y gracias al famoso ardid de haberle dicho al cíclope que se llamaba Nadie.

De allí, llegan a la tierra de los lestrigones, caníbales gigantes que destruyen los barcos y arponean a los hombres como si fueran peces y donde solo escapa el barco del Ulises que entonces arriba a la isla de Circe la hechicera, quien convierte a la tripulación en cerdos hasta que el héroe, ayudado por Hermes,la doblega y le muestra quien es el dueño de la porqueriza. Luego de un año de convivir con Circe, holgando en el lecho de ella "para que nazca, entre ellos la confianza " continúa su viaje y llega al Infierno donde consulta al espíritu del ciego Tiresias y ve las almas de los muertos, incluidas su madre y a la mayoría de los guerreros de la guerra de Troya, así como la de héroes mitológicos : Tántalo Y Sísifo.

Continua la obra con la archiconocida aventura de las sirenas, cuyos cantos fascinantes enloquecen a los hombres haciéndolos lanzarse a las profundidades del mar y donde Ulises manda a su tripulación a taponarse los oídos con ceras, y el se amarra al mástil del barco, para luego sortear el breve pasadizo marino entre el Caribdis, remolino mortal que absorbe todo lo que cruza y luego lo lanza hacia arriba y el promontorio donde esta la cueva donde vive la letal Escila, monstruo de 12 patas y seis cabezas , para llegar a la isla de Trinacria, donde cometen la imprudencia y el sacrilegio de hacer banquetes con las vacas sagradas de Helios, quien enojado manda una tempestad en que solo sobrevive Ulises, quien llega a la isla Ogigia donde vive la ninfa Calipso, quien se enamora de el y donde es retenido 10 años, para el gozo de la ninfa que se aficiona y le gusta “holgar en el tálamo con Ulises” y quien, solo por orden directa del Supremo Zeus le deja partir.
Es entonces cuando como naufrago llega a la tierra de los feacios, desde donde, nos cuenta sus aventuras, para luego volver a Itaca donde hará un ajuste de cuentas con los cortesanos que dilapidan sus bienes y pretendían casarse con Penélope.

En Internet existe un resumen que también vale la pena y que pueden acceder desde aquí

Una vez, realizado estos comentarios, veamos que nos dice el personaje por boca de de Fernando Savater en el monólogo séptimo.Habla Ulises:
Criatruras al aire "No hay nada peor para los mortales que andar errantes por el mundo. Creo que tengo derecho a decirlo, yo, a quien los inmortales han zarandeado durante tantos años y quizá vayan a seguir haciéndolo todavía durante mucho tiempo.
No pienso que mis aventuras sería injusto llamarlas patéticamente "desventuras" hayan acabado por fin, aunque he conquistado de nuevo mi reino y mi esposa, he abrazado la nobleza viril de mi hijo y la dignidad de mi padre, he vengado mi casa ultrajada por desaprensivos saqueadores, he acariciado por última vez la cabeza de mi perro Argos, que me reconoció antes que nadie, he vuelto a disparar mi arco coloso: ahora duermo en mi lecho inamovible, sobre su hondo pedestal de olivo, pero sé que mi vagar todavía no ha concluido.
Debo partir, para cumplir una profecía; quizá salga mañana, quizá dentro de un mes o un año: debo partir. Cuando conjuré a las sombras del Hades, tuve que vedar a los muertos el acceso a la sangre vertida, que yo reservaba para el adivino Tiresias; todos querían gozar un poco en el negro charco, para disfrutar de un atisbo de pálido calor y comunicarse con alguien aún vivo, pero yo les alejé de la sangre con mi espada desnuda, aunque algunos de los primeros que se acercaron me eran tan queridos como mi compañero Elpénor o mi propia madre Anticlea, cuya muerte yo aún ignoraba; ninguno probó el licor que les permitiría concretar levemente su doliente impalpabilidad, hasta que llegó Tiresias. Muchas cosas y todas fatalmente cumplidas más tarde me auguró el espectro del vidente: habló de mis naufragios y de los peligros que me acechaban. Adivinó también la muerte de mis compañeros y mi triunfo cautelosamente conseguido al llegar a Itaca.

Todo se ha cumplido, como digo, salvo el final de su profecía: "Cuando hayas vencido a tus enemigos y te sientes de nuevo en tu trono, toma un remo y parte hacia las tierras de los hombres que nunca oyeron hablar del mar ni de la navegación. Cuando te encuentres con un ser humano que no sepa qué es lo que llevas sobre tu hombro, clava el remo en el suelo y ofrece un sacrificio generoso a Poseidón. Si así lo haces, tendrás una vejez dichosa y una muerte dulce te llegará del mar". No entendí bien estas últimas palabras: no estoy seguro de si me dijo que alcanzaría un suave fin lejos del mar o que del mar me llegaría el fácil transito. ¡Qué más da! Lo único que importa es que también esto debe ser cumplido. Me alegra saber que he de morir lejos del mar o por su causa porque lo detesto y la más dulce de las muertes no podrá sin duda mitigar este odio.

Este transitorio reposo que he alcanzado me lo amargan los mudos aullidos de los muchos que me han odiado, asediando ahora mismo ¡ahora mismo! con su resentimiento impotente pero incansable el solaz largamente esperado de mi palacio. Oigo sin cesar a Palamedes, a quien se dice que traicioné por envidia de su ingenio rival, oigo los escalofriantes alaridos de perro herido que lanzaba contra mí y contra el universo entero el arquero Filoctetes, oigo los bramidos del Cíclope ciego, al que el dolor despertó de su embriaguez bestial: ¡ay, cómo no oír los reproches de acíbar del suicida Ajax, que hasta en el infierno me volvió la espalda, y los lamentos de Hécuba y los de Dolón, al que persuadí con engaños para que delatara a sus conciudadanos y luego dejé ejecutar, y todos, todos los de Troya entera cuando el gran Caballo parió su camada de sangre y llamas! Noto el odio de todos ellos sobre mí, como un sudario húmedo, como la túnica emponzoñada que la celosa Deyanira hizo vestir al pobre Hércules...
Me llaman Odiseo y unos dicen que tal nombre se deriva de "jefe" y otros de "lobo", pero yo estoy mejor informado, pues se lo debo a mi abuelo Autólico, aquel astuto trapisondista que me llamó Odiseo, esto es, el odiado por muchos. ¡Bien se cumplió en mí esta profecía! He sido jefe y lobo, sin duda, pero ante todo he sido odiado por muchos: me alivia pensar que volverê a ser Nadie, como en la cueva de Polifemo, y que tal es quizá mi verdadero nombre.

A fin de cuentas ¿qué héroe puede serlo realmente y no granjearse el odio de los muchos? Aquiles, Héctor, Agamenón... todos fueron odiados y temidos, todos sufrieron la babosa maledicencia de algún Tersites. No, estoy mintiendo, lo sé y hoy no quiero o no puedo mentir: ellos no fueron detestados del mismo modo que yo. Eran héroes rectos, sin trasfondo, temibles como el huracán (pero nadie odia al huracán) y peligrosos como niños salvajes (pero en todo corazón conquistan los niños espontánea dulzura). No es ése mi caso, héroe curvo, cóncavo, héroe que sabe plantarse frente a su enemigo y herirle por detrás. No soy sable ni lanza, soy la red o la muerte inopinada que viaja en la saeta: no desgarro ni trituro, sino que envuelvo, sujeto y asfixio.

Descubrí un secreto moral que los hombres no me han perdonado ni quizá me perdonen jamás: no hay arma tan aniquiladora como la red de las palabras, como la urdimbre razonable que penetra todas las corazas y desvía la amenaza de los más fuertes brazos. Ya el mundo antiguo es imposible y todos me culpan de ello, sólo porque me he adaptado demasiado bien al bífido manejo de las encrucijadas verbales. No tengo remordimientos ni apenas orgullo: es Atenea quien siempre ha puesto su mano de luz sobre mi cabeza. Casi siento lástima (no sé si de mí mismo o de los otros) al decirlo: soy el más fuerte. Cuando navegamos frente a las rocas donde acechan las sirenas, hice taponar con cera los oidos de mis compañeros y pedí que me ataran al palo mayor para no arrojarme a sus musicales garras; pero nunca he contado lo que de veras oí entonces. Pues bien, no oí nada: sin duda las sirenas escuchaban.
Entonces rompí a cantar."

En este site., podrán leer un resumen breve y conciso de la obra, se lo recomiendo:

y si les interesa la obra completa en prosa, se puede bajar desde este link,. Disfrutenlo.

Finalmente, solo nos queda cantar junto a Joan Manuel Serrat, su Canción Penélope, nombre de la esposa de Ulises y quien lo espero de manera fiel durante 20 años:

Penélope,
con su bolso de piel marrón
y sus zapatos de tacón
y su vestido de domingo.
Penélope
se sienta en un banco en el andén
y espera que llegue el primer tren
meneando el abanico.

Dicen en el pueblo
que un caminante paró
su reloj
una tarde de primavera.
"Adiós amor mío
no me llores, volveré
antes que
de los sauces caigan las hojas.
Piensa en mí
volveré a por ti..."

Pobre infeliz
se paró tu reloj infantil
una tarde plomiza de abril
cuando se fue tu amante.
Se marchitó
en tu huerto hasta la última flor.
No hay un sauce en la calle Mayor
para Penélope.

Penélope,
tristes a fuerza de esperar,
sus ojos, parecen brillar
si un tren silba a lo lejos.
Penélope
uno tras otro los ve pasar,
mira sus caras, les oye hablar,
para ella son muñecos.

Dicen en el pueblo
que el caminante volvió.
La encontró
en su banco de pino verde.
La llamó: "Penélope
mi amante fiel, mi paz,
deja ya
de tejer sueños en tu mente,
mírame,
soy tu amor, regresé".

Le sonrió
con los ojos llenitos de ayer,
no era así su cara ni su piel.
"Tú no eres quien yo espero".
Y se quedó
con el bolso de piel marrón
y sus zapatitos de tacón
sentada en la estación

jueves, 12 de abril de 2007

Dulcinea y Sanson Carrasco



Las sandeces de hoy, hablaran de Dulcinea, personaje del monólogo octavo del libro Criaturas del aire que continuamos desmenuzando.

Distinguida doncella creada por la imaginación de Alonso Quijano, hidalgo de flaca apariencia, con medio siglo de vida, lector ávido de libros de caballerías, quien hastiado de tener tanto ocio, pues por su condición de noble rural, no trabaja e intoxicado por tanta lectura caballeresca, no administra su hacienda, decide de repente llenar su vida vacía, convirtiéndose en caballero y vistiéndose con una oxidada armadura familiar, asume el nombre inmortal de: Don Quijote de la Mancha

De inmediato, se monta en un rocín que ya vivió su mejor época, y al bautizarlo con el nombre de Rocinante, lo convierte en unos de los caballos más famosos de la historia, junto a Bucéfalo de Alejandro Magno y a Babieca del Mio Cid.
Así armado y montado, El Caballero de la Triste Figura, se lanza en busca de aventuras y como es necesario y exigen los libros de caballería que trata de emular, de inmediato en la persona real de una campesina de nombre Aldonza Lorenzo, vecina del lugar, crea a la imaginaria y distinguida dama Dulcinea del Toboso, para actuando por el amor de ella, cumplir su misión de caballero errante, es decir dedicarse a combatir la injusticia y la maldad en el mundo .

A partir de la segunda salida del Quijote, le acompañara el no menos famoso y fiel escudero Sancho Panza, complemento que sellara la magistralidad de Miguel de Cervantes : dos personajes diametralmente opuestos pero irremediablemente unidos, tanto física como espiritualmente, que podríamos decir que simbolizan toda la filosofía occidental: la lucha incesante del idealismo contra el realismo.

La obra es un fiel retrato de la sociedad feudal española de principios del siglo 17, con todas sus clases sociales y sus personajes, distinguiéndose: aristócratas, hidalgos, mercaderes, curas, campesinos, soldados, estudiantes, vagabundos, criminales, doncellas, labradores y prostitutas. Es una descripción completa de la vida de una potencia en declive, pues ya España había vivido su siglo de oro, bajo los reinados de Carlos V y Felipe II y luego del desastre de la Armada Invencible en 1588, había empezado la perdida acelerada de su hegemonía militar y política, mientras se anquilosaba en un mundo feudal que la llevarían a la cola de las potencias imperialistas europeas de la época.

De la misma, escrita como parodia y burla a los libros de caballería, no abundare mucho, pues se podrían escribir miles de libros interpretando al Quijote, solo diré, que es una verdadera lastima que alguien no la haya leído.
Los capítulos mas conocidos, son sin duda, los que componen la primera parte del libro, publicado en 1605 y de la segunda parte, publicado en 1615, el inicio donde Sancho busca a Dulcinea y casi al final, el capitulo donde el Quijote es derrotado por el Caballero de la Blanca Luna (Sansón Carrasco) y quien una vez caído en el suelo, le pide la muerte, porque ha sido derrotado, pero da voto de fe de no renunciar a sus ideales. Esa derrota, trae al Quijote de vuelta a la realidad, pero le trae la muerte, lo cual es coherente con el personaje: no podría sobrevivir al final del mundo creado por su visión idealista.
Revisando el Internet para estas sandeces tuve la buena suerte de encontrarme con este fabuloso website, donde, puedes escuchar todos los capitulos del Quijote de la Mancha y este otro website, que esta dedicado por completo a la obra.

Una vez, realizado estos comentarios, veamos que nos dice el personaje por boca de de Fernando Savater en el monólogo octavo, haciendo clara referencia al inicio de la segunda parte del Quijote cuando Sancho Panza se adelanta a Toboso en busca de Dulcinea.
Habla Dulcinea Criatruras al aire
"No vayan a creer vuesas mercedes que soy una moza lánguida y amiga de embelecos sin bulto, de los que no se palpan ni se sienten pero hacen llorar. Arredro vayan de mi vera los pálpitos inexplicables, los suspiritos de malcasada o los vapores y calorinas de monja: no soy doncella, eso ya lo saben y bien que lo aprovechan todos los mozos del Toboso y hasta más de uno de Argamasilla.
Nadie da serenatas a la ventana de mi casa, que no se abre sobre jardín palaciego sino sobre la era, porque soy fácil de localizar en el pajar o en cierto rincón que yo me sé y otros muchos también lo saben de la arboleda por donde pasa el viejo camino sur.
Además, los desmayos mal se avienen con mi conformación natural, que es más bien garrida y propia para realizar trabajos como de hombre, no para alferecías y palideces de señora principal. Vean mis brazos, más fuertes y renegridos que los de mis propios hermanos; en cuanto a la voz, desde lo alto del campanario de la iglesia me hago escuchar de mi padre cuando está segando, miren por esto vuesas mercedes si soy yo niña bonica o moza muy hecha y derecha. Ya se ve que no soy fina ni hermosa, pero tampoco contrahecha ni de tal modo desfigurada que no pueda un hombre sencillo solazarse en mi compañía y hasta solazarse mucho, porque es sabido que, cuando las ganas de por abajo aprietan, el aliento a ajos parece fragancia de ámbar y no hay en la algalia perfume tan adecuado al trajín carnal como el honrado sudor.
Digo todo esto para que bien se sepa que nada tengo que ver con las Melibeas o Melisendas de los libros mentiroso, donde cada zagala resulta ser ignorada princesa y todas las labradoras son hermosas como vidrieras de catedral, puras como losas de sepulcro e ilustradas como un bachiller de Alcalá.
Ni soy ni quiero ser más que Aldonza Lorenzo, hija de un modesto labrador del Toboso, moza trabajadora y útil en la casa y en el campo, a la que no hace falta requebrar demasiado galanamente para conseguir que atienda las súplicas amorosas, ni prometer lo que no se ha de cumplir para que acceda a las caricias, ni hay que robar por la fuerza lo que ella concede de muy buen grado.

Ahora entenderán mejor vuesas mercedes lo que he de contarles, un sucedido picante sobre cuya gracia poca o mucha vuestra generosa disposición sabrá juzgar. Pues fue que me hallaba yo ahechando trigo en casa de mi padre cuando se me presentó un compañero del pueblo vecino al que tenía vagamente visto de antes, un tal Sancho Panza, labrador de su estado y hombre sencillo y cumplido.
Venía con la más extraña encomienda que imaginarse pueda: por lo que me explicó el buen hombre con muchos circunloquios y abundantes refranes, no todos bien traídos a cuento, se trataba de cierto hidalgo que había dado en creerse caballero andante y que me había elegido a mi como dama de sus pensamientos, llamándome en su desvarío con el poco cristiano nombre de Dulcinea, que más bien parece gracia moruna o rótulo de planta medicinal.
A tal señor yo no le había visto en mi vida, ni según parece él tampoco había topado nunca conmigo, aunque no por ello estaba menos rendidamente enamorado de mis desconocidos encantos. La cosa parecía, como puede verse, burla y aun algo pesada, tanto más cuanto que el dicho caballero no parecía incluir entre sus planes inmediatos proponerme honesto matrimonio, cosa que yo, desde luego, no hubiera tenido prisa alguna en aceptar.
Por lo que Sancho decía, mi enamorado esperaba a las afueras del pueblo que yo le diese venia para besarme los pies. Repuse muy gentilmente que la hija de mi madre no era princesa ni arzobispo para que nadie hubiera de besarle los pies, ni tampoco tan boba para no saber que no es bueno mezclar lo que Dios ha separado ni una aldeana puede creer en amor de hidalgo cuando no ha mediado ni una palabra entre ambos ni siquiera una mirada o el más mínimo gesto de natural acercamiento.
Insistió Sancho Panza con las mejores razones y modos del mundo, para vencer mis recelos más que justificados; le repuse yo de nuevo a mi modo, creo que no sin picardía y propiedad. De lo uno pasamos a lo otro y él me fue contanto sus muchas peripecias como escudero del hidalgo, las más de las cuales habían acabado con perjuicio de sus costillas; también me habló de su amo y de tal modo que, aunque decía seguir a su lado por el interés de no sé qué ínsula que se le había prometido, más bien pienso que no le abandonaba por puro cariño, pues lo retrataba como si fuera un santo, aunque algo falto de seso, como quizá lo sean todos los demasiado altos de espíritu.
Y seguimos hablando; y hablando, porque él se encontraba bien conmigo y a mí me gustaba su honradez y franqueza.

Ya se irán imaginando vuesas mercedes cómo acabó la cosa. Poco a poco pasamos a hablar más de nosotros y menos del esforzado caballero andante que me esperaba sin conocerme. Ya he dicho que no soy esquiva y Sancho, aunque casado y leal por naturaleza, tampoco estaba en vena de hacer remilgos a la ocasión que se le ofrecía. Jugamos largo rato, con gran contento por ambas partes. Cuando acabamos, él volvió a acordarse de su amo y del encargo que traía; yo, que me sentía generosa y con ganas de seguir enredada en la misma madeja que acababa de ceñirme, le dije que podía traer a su caballero si queria, pues estaba dispuesta a darle a él también el mismo regalo con que había obsequiado al escudero.
Pero Sancho no quiso ni oír hablar de ello: hasta me dijo algo secamente que bien se veía que yo no entendía nada de caballerías y que no iban las cosas del mismo modo con el escudero que con el propio caballero andante. No entendí bien sus razones, pero pienso que quizá tuviese algo de vergüenza por haber traicionado la confianza de su señor o a lo mejor celos de compartir con él mis caricias. Lo cierto es que se fue con mucha prisa, dispuesto a contar a su amo que no me había encontrado o cualquier otro embuste parecido; y al marcharse me llamó Dulcinea, como si no supiera de sobras que no soy sino Aldonza Lorenzo."

y si les gusto, estas palabras de Dulcinea, a continuación les dejo con otra obra de Fernando Savater intitulada Malos y malditos donde el autor nos hace un análisis de Sansón Carrasco, que merece ser parte de las sandeces de hoy. Veamos que nos dice Savater:

"Normalmente consideramos "malo" a quien tiene mala idea, mala intención. Es decir, el que hace daño a otro a propósito. Pero, ¿y los que fastidian al prójimo con la mejor intención del mundo, los que le hacen daño "por su bien"? Estos malos a fuerza de ser buenos pueden resultar en ocasiones los peores de todos. Hay tipos convencidos de que saben lo que conviene a los otros mejor que ellos mismos.

Como aquel boy-scout que dedicó enormes esfuerzos durante toda una mañana para ayudar a cruzar la calle a un ciego... que no quería cruzar. Tales protectores de gente que no pide protección nos dicen lo que tenemos que comer, lo que tenemos que beber, si debemos fumar o no, cómo debemos vestir y hasta lo que tenemos que pensar.
Si se limitaran a informarnos de lo que según ellos es mejor para nosotros, hasta podríamos agradecérselo y todo. A fin de cuentas, un consejo dado con buena intención nunca hace daño... especialmente si uno no lo sigue.

Pero lo malo es que están dispuestos a "obligarnos" a que les hagamos caso. Eso si, siempre por nuestro bien.
Sansón Carrasco es uno de estos "malos" llenos de buena intención. Se considera a sí mismo como el mejor amigo de don Alonso Quijano, al cual le ha dado la rara chaladura de creer que es un caballero andante llamado don Quijote. Como Sansón Carrasco es un bachiller, una persona con estudios moderna y tolerante, está convencido de que comprende muy bien al bueno de Alonso Quijano y sus fantasías heroicas. Incluso siente cierta simpatía por el ideal de la caballería andante: ir por el mundo ayudando a los débiles, arreglando injusticias y salvando a las princesas que han tenido la mala suerte de ser raptadas por algún malvado brujo.
Claro que a Sansón Carrasco todos estos proyectos tan bonitos le parecen cosas del pasado o ilusiones que nada tienen que ver con la realidad.

Además, Alonso Quijano no es un fuerte guerrero capaz de luchar contra dragones sino un señor bastante mayor y no muy cachas, al que cualquiera puede tumbar sin esfuerzo. Todo el mundo se ríe de su aspecto estrafalario y de lo chungo que es el viejo caballo que monta. Ya no hay brujos, piensa Sansón Carrasco, ni princesas, ni... bueno, injusticias todavía hay, eso no se puede negar, pero si no sabe arreglarlas la policía seguro que tampoco las enmienda ningún caballero
andante. De modo que Sansón Carrasco decide "ayudar" a don Quijote y "curarle" de su locura. ¡Ay, madre mía!

La verdad es que el bachiller Sansón Carrasco, que cree saberlo todo "científicamente", no entiende nada de nada. Puede que don Quijote esté chiflado, pero su chifladura se parece a la de los artistas, los poetas o los santos. Es una chifladura que hace pensar a los sensatos y que sirve de ejemplo. Cuando se lanzó a recorrer el mundo a lomos de un humilde rocín y empuñando su lanza, don Quijote envió un mensaje a todas las personas de buena voluntad:
dice que cada hombre debe luchar por lo que considera justo y ayudar a quienes ve en peligro aunque todo el mundo se ría de él y aunque se lleve una buena zurra de vez en cuando.
Alonso Quijano tiene un cuerpo delgaducho y no muy fuerte, con más años que músculos; pero su alma es joven, valiente y generosa como la de los héroes antiguos.

El alma de Alonso Quijano se llama don Quijote. Y lo que cuenta de verdad es la fuerza del alma, no la del cuerpo: a don Quijote le derriban muchas veces de su caballo, pero nadie logra descabalgarle nunca de sus ideales. Lo que necesita de verdad don Quijote no son médicos que le curen sino compañeros que le imiten.
En cierto modo, el bachiller Sansón Carrasco es un imitador de don Quijote: se disfraza dos veces de caballero andante, la primera como Caballero de los Espejos y la segunda como Caballero de la Blanca Luna. Pero su propósito no es luchar contra magos y otros malandrines, sino vencer a don Quijote para así convencerle de que debe volver a casa. El bachiller quiere "meter en razón" a don Quijote, sin darse cuenta de que para "meterle en razón" tiene que sacarle de su poesía. Y tampoco advierte que de este modo va a convertirse involuntariamente en su asesino. Don Quijote, vencido pero no convencido por Sansón Carrasco, vuelve a su casa y a llamarse otra vez Alonso Quijano para morir pocos días después. Es que ha perdido su alma quijotesca y sin alma no se puede vivir."

domingo, 1 de abril de 2007

Sherlock Holmes

Sherock Holmes
Elemental, mi querido Watson" esta famosa frase nos rememora de inmediato al detective por antonomasia: Sherlock Holmes. Sin embargo, la frase como tal no aparece en ninguna de las 4 novelas y los 54 relatos cortos de Sir Arthur Conan Doyle sobre el personaje.
Esta atribución errada de una frase famosa, no es de extrañar, pues se da frecuentemente. Un ejemplo notable es "el fin justifica los medios", frase archiconocida que el 99% de las personas atribuye erróneamente a Nicolás Maquiavelo en el Príncipe, pero inexistente en esa forma literal en esta obra y las demás del calumniado intelectual y diplomático del Renacimiento, lo cual nos trae a colación una frase realmente dicha por Sherlock Holmes: “ nada resulta más engañoso que un hecho evidente”.

Sherlock Holmes, el detective de la lupa y la pipa, es un genio de la criminología, minucioso en los detalles y poseedor de una lógica insuperable y experimentada que le permiten resolver los casos por imposibles que parezcan. Por eso su colega Lestarde de Scotland Yard siempre anonadado y superado por los eventos, recurre a su domicilio el famoso Baker Street 221B de Londres. Auxiliado por su amigo y asistente el Dr. Watson, Holmes se arroja sin dudas ni titubeos a la resolución de los casos poniendo en practica unos principios metodológicos sencillos y certeros:
1- Todos los detalles por nimios que parezcan son importantes para resolver un caso.
2- En sus palabras: “"Es un error capital el teorizar antes de poseer datos. Insensiblemente uno comienza a alterar los hechos para encajarlos en las teorías, en lugar encajar las teorías en los hechos” y
3-“"Una vez que se descarta lo imposible, lo que queda es la verdad por improbable que parezca".

Cuando Conan Doyle, termino en 1887,la primera obra con el personaje, titulada Estudio en Escarlata ningún editor quiso publicársela.
Sin embargo en 1891 cuando en la novela El Problema Final pretendio crear un enemigo comparable al detective: el profesor Moriarty y desaparecer a Sherlock despenándolo, junto a su rival, por las cataratas de Reichenbach en Suiza, Sherlock Holmes era tan popular que los lectores enfurecidos protestaron enérgicamente obligando al autor a resucitarlo de nuevo.
Quizás el éxito descomunal que alcanzo el personaje fue motivada a la existencia del binomio Holmes-Watson, el primero clarividente y brillante, el segundo un amigo fiel con una capacidad intelectual normal, que como no tiene la lógica especial de Holmes, necesita cuestionarlo constantemente y quien al contestarle las preguntas va aclarando y resolviendo el caso.
Aqui podemos citar de nuevo a Holmes: "Nada aclara tanto un caso como exponérselo a otra persona".

El lector se identifica con Watson y a través de el, es atrapado en la obra, penetra en ella y participa en la resolución de los casos, sirviendo mas como compañero parlanchín, en el caso de Watson y de ávido lector, en el caso nuestro, que como ayuda real.

Al igual que con Juliano el Apóstata. encontré abundante bibliografía en el Internet y luego de dejarlos con el Monologo Primero del libro Criaturas del Aire de Fernando Savater, les pondré un link, por si les pica la curiosidad de saber más sobre Sherlock Holmes o quieren bajar todos sus libros en formato PDF.

Veamos el monólogo primero
Habla Sherlock Holmes:Criatruras al aire
Todo mi método portentoso se resume en un solo principio, una regla áurea que rige cada una de las investigaciones que emprendo: cuando todas las restantes posibilidades han sido descartadas, la última posibilidad restante, por improbable y asombrosa que sea, debe ser cierta. Como puede, verse; éste es un presupuesto lógico, no ético, una exigencia metodológica, no un imperativo moral; y, sin embargo, ¿no proviene de aquí también toda ética, junto con la más correcta perspectiva científica?
En mi caso, al menos, el rigor del raciocinio es inseparable de la energía justiciera del corazón... En efecto: creo que la virtud no es una gracia caída de lo alto a ciertos individuos piadosos o un dócil doblegamiento ante una ley divina o humana, sino la única decisión posible en unas circunstancias dadas. Y cuando digo "única" me refiero a la única que permite triunfar, salir con bien, a la más fuerte, a la que comporta menos carga de muerte.
Lo mismo que en una investigación la última posibilidad que queda por examinar, aunque sea portentosa o desconcertante, es forzosamente más fuerte que todas las imposibilidades que puedan acumularse para explicar los hechos, así también en cada caso hay una linea de acción posible que, tras su apariencia quizá paradójica o cruel, es expresión viva de la auténtica virtud en marcha, de la moral más enérgica...
En los casos de mi archivo cuya crónica hizo pública el afectuoso celo de mi amigo el doctor Watson, hay numerosos ejemplos de la aplicación más extrema del citado principio, tanto en su faceta teórica como en su consecuencia ética. Y así verbigracia, mostré nitidamente que sólo un sabueso de carne y sangre pudo dejar huellas perceptibles en las sombrías alamedas de Baskerville, pese a que una mente más débil, menos inclinada a lo auténticamente fantástico como la mía, habría terminado por creer en un can espectral que cumplía una remota maldición; esta última solución; efectivamente, era en realidad la menos fantástica, la más vulgar también, aunque de modo aparatoso: creer en el fantasma era una forma de pereza intelectual reñida con la genuina fantasía, con esa fantasía emprendedora que me llevó a mí a capturar al sabueso real
y a volverlo contra su criminal hostigador.

Tales son los casos de mi especialidad: aquellos en que lo imposible parece lo único probable. Y tal es mi auténtica fuerza: conceder siempre más respeto a lo posible que a lo simplemente verosímil, a lo que el intelecto perezoso considera probable para huir de la auténtica y oculta posibilidad: Ahora bien, en materia moral este principio es de aplicación mucho menos evidente, mucho más litigiosa. Sí, ciertamente, creo que en cada caso, ante cada decisión, debe haber una línea de acción posible que reuna la mayor fuerza virtuosa y aleje del mejor modo el imperio de la muerte. Pero debo reconocer que me ha sido mucho más difícil a lo largo de mi carrera establecer esta línea que hallar aquella última posibilidad que hace encajar las piezas del rompecabezas criminal. Tomemos mi primer caso publicado, por ejemplo, aquel enigmático e
inolvidable Estudio en escarlata que nos reunió por primera vez a Watson y a mi.

En su día sostuve que fue un caso sencillo y no por baladronada, sino porque realmente su complejidad teórica -el quien lo hizo y el como ocurrió- no presentaba auténtica dificultad para una mente algo menos rutinaria que la de los inspectores Gregson y Lestrade; pero desde otro aspecto, desde ese ángulo de la virtud del que antes hablaba, ¡ah, visto desde ahí el caso fue terriblemente enrevesado! Aún hoy me pregunto si debí entregar a la Justicia, a lo que llamamos los ciudadanos del Estado moderno Justicia, al desdichado Jefferson Hope, al que la brutalidad del destino convirtió en vengador implacable de un buen hombre asesinado y de su hija deshonrada.

Ciertamente, la providencial rotura de un anaeurisma impidió que Hope conociera el banquillo de los acusados y la vida de presidio, pero mi interrogante ético sigue en pie, porque sólo a mí concierne. En último término, ¿no fue mi orgullo teórico, mi pasión escudriñadora y razonante, la que me obligó a perseguir hasta el acorralamiento definitivo a aquel hombre que era mejor que su víctima, a ese infeliz que quizá no hizo sino lo que yo mismo hubiera hecho en su lugar? En muchos de mis casos he lamentado llevar mi investigación hasta su lógico final, pues el verdadero problema, el más arduo, empezaba una vez resuelto el caso y no cuando me debatía en las tinieblas de la perplejidad. No hace falta que recuerde aquel problema que Watson bautizó Un escandalo en Bohemia, en el que la culpable a descubrir era la mujer que más he admirado en el mundo y mi contratante un rey indigno de su armiño.
Me sentí realmente dichoso cuando Irene, la única persona que podría enorgullecerse de haberme relativamente derrotado, logró huir; dichoso hasta tal punto que rechacé el anillo de esmeralda con que el rey quería recompensar mis servicios y me contenté con guardar solamente el retrato de mi deslumbrante enemiga. Y así hay tantos casos, tantos finales paradójicos en los que mi descubrimiento se volvió en cierta forma contra mí mismo, contra convicciones que siento más arraigadas que mi simple deber de ciudadano...

Bien: sea como fuere, de nada me arrepiento. En el reino de los hechos físicos es más facil determinar qué es lo posible y lo imposible, distinción que se embrolla hasta el vértigo en lo moral. Pero esa dificultad no me hará abandonar mi convicción de que también en ese ambito escabroso es preciso llevar a cabo la indagación en busca de la última posibilidad, la que queda cuando todo lo demás es absurdo, locura y muerte."

Bien, después de las palabras de Sherlock Holmes,hagan click al nombre para ir a una pagina enciclopédica sobre el personaje y desde donde pueden bajar todas sus obras.