martes, 27 de febrero de 2007

Tartufo

Tartufo
Tartufo: persona hipócrita y falsa. Así define el Diccionario de la lengua española esta palabra, originada por alusión al protagonista de la obra epónima Tartufo o el impostor (Tartuffe ou l'Imposteur),una comedia en cinco actos escrita en 1664 por Moliere, seudónimo de Jean Baptiste Poquelin, dramaturgo y actor francés quien se distinguió por sus obras satíricas que además de servir como retrato de la sociedad francesa del momento,estaban dirigidas a denunciar y criticar las convenciones sociales de la época y mostrar facetas dificiles de aceptar de la naturaleza humana.
Para algunos entendidos en la materia,la genialidad de Molière, que lo hace un autor de todos los tiempos, consistió en conferirle profundidad psicológica a sus demagogos, avaros, amantes, hipócritas, cornudos y escaladores sociales, hecho que nos permite leer sus obras como si fueran contemporáneas.

De la audacia del Taturfo da testimonio el hecho de que el rey prohibiera su representación pública durante cinco años, pese a que él personalmente la consideraba divertida aunque tenía buenas razones para creer que la comedia, con el hipócrita y avaricioso Tartufo vestido de cura y con cilicio(cinturón de cerdas o puntas de hierro que se ciñe al cuerpo como mortificación.),ofendería al poderoso alto clero francés. Con Tartufo, Molière creó uno de los personajes cómicos más famosos de la historia: el hipócrita religioso y beato santurrón que predica una cosa mientras realiza lo contrario, fiel reflejo de lo que hoy llamamos la doble moral o la moral de los que la predican en calzoncillos.

De la boca de Tartufo, tratando de seducir a Elmira sale el argumento de que la maldad no esta en pecar sino en que se divulgue el pecado,nos dice el personaje: “y el mal no consiste nunca sino en el escándalo que promueve. Sí; el escándalo del mundo es lo que produce la ofensa, y no es pecar, pecar a calladas.”

Orgon, el incauto esposo y padre de Mariana y Damis se distingue por su autoritarismo infecundo y cerrado que trata de imponer y legitimar por principios de autoridad despreciando a la razón y sin importar lo divorciado de sus pretensiones del sentido común.Asi pretenderá casar a su hija Mariana con Tartufo, en contra de la voluntad de ella y rompiendo la palabra empeñada de manera previa Con Valerio, el amante de su hija.Tambien se caracteriza por una credulidad increíble en Tartufo que lo ciega a la realidad y que me hizo recordar como nuestros pueblos sigue con la misma mansedumbre a los políticos de turno que con sus cantos de sirena los hipnotizan, y los embaucan, mientras les viven jodiendo el presente e hipotecando el futuro.

En la obra también sobresalen Elmira, segunda esposa de Orgon y mucho mas joven que el, mujer muy realista de las cuestiones del honor y del amor y quien al ser enamorada por Tartufo, le pone la trampa que permite descubrirlo en su falsedad y Dorina la doncella que le sirve a Mariana, también joven pero con una sabiduría practica de la vida basada en la experiencia que bien podría haber sido el personaje principal de la misma. Estas palabras de Dorina a Orgon explicándole los inconvenientes de querer casar a su hija a la fuerza bien vale la obra entera:

“……. ¿Haréis posesor a un hombre como él de una joven como ésta? ¿No pensáis en las inconveniencias ni prevéis los resultados de esta unión? Sabed que se pone en riesgo la virtud de una mujer cuando se combate su inclinación en materia de matrimonio; que el designio de vivir como esposa honesta depende de las cualidades del marido que se le da; y que aquellos de quienes se habla llevándose los dedos a la frente, han hecho a sus mujeres lo que ellas son. Porque es muy difícil guardar fidelidad a cierta clase de maridos, y quien da su hija a un hombre al que ella aborrece es responsable ante el Cielo de las faltas que de casada cometa.”


Tambien destaca la madre de Orgon;la Señora Pernelle quien es una devota cerrada y fanática, quien defiende a Tartufo contra viento y marea por creerlo uno de los suyos en cuanto a devoción y santurronería y nos recuerda a esas personas que abundan en la vida que se niegan a ver la realidad clara y evidente que esta delante de sus ojos por aferrarse a prejuicios y verdades preconcebidas.

Lo unico que le puedo criticar a la obra es el final artificial, abrupto. inesperado y forzado, donde Moliere, quizas buscando el apoyo del rey, lo hace el salvador de Orgon y su familia.

Para quien le interese leer la comedia completa,lo cual les recomiendo, aqui les pongo un link para bajar la obra que esta en formato PDF y es un archivo bien corto de 235 Kb,si no tiene el lector de PDF, Acrobat Reader, en este link pueden bajarlo.Que la disfruten.

Finalmente, Aqui esta el monologo sexto del Libro de Fernando Savater, Criaturas al aire, que es el origen al escrito sobre Tartufo.Es un monologo excelente, sin desperdicios, que deberia ser leido y disfrutado, como dice el merengue aquel: A pasito lento...

Segun Savater, nos dice TARTUFO:

"Mea culpa, reverendo padre, mea máxima culpa. Me arrodillo a vuestros pies en espera de que tiempos mejores me permitan levantarme... Voy a haceros mi confesión general, no para disculparme de las acusaciones que se me hacen y que desprecio, sino para condenar a mi vez a los que tan alocada o maliciosamente han vertido su inquina contra mí. Lo que me ha perdido es la incomprensión que ciega a nuestros contemporáneos respecto a los resortes que hacen funcionar su felicidad privada y la armonía pública.
Confio de todo corazón en que vos reverendo padre, como dignísimo e ilustrado miembro de vuestra santa Compañía, comprenderéis mis razones y me ayudaréis a elucidar en que aplicación práctica fallaron mis sanas teorías, precipitándome en la triste situación en que me hallo. He llegado a la convicción - no créais que sin largas rumias, pues soy de natural reflexivo- de que los hombres en general se aborrecen y desprecian ante todo a sí mismos.

Nada más equivocado que suponer que la especie humana ha adquirido, con el paso de los siglos y el aumento de las luces, cierta benevolente autoindulgencia o que, dándose cuenta cabal de cómo es y qué quiere, acepta con naturalidad alegre la conclusiôn que se deriva de tales premisas.No, en absoluto: cuanto mejor se conocen, más se espantan los hombres de sí mismos; cuanto más seguros están de lo que ansían, más empeño ponen en disimularlo; cuanto más inevitables ven sus vicios, más feroz y desesperadamente predican la virtud: Todas las instituciones que la civilización ha producido tienen su raíz en el miedo de los hombres a lo que son y su justificación teórica en la necesidad de disfrazar permanentemente su verdadera naturaleza con mentirosos oropeles.

Por lo que se ve, somos incompatibles con nuestros motivos: aquello que posibilita nuestra vida choca demasiado crudamente con la dignidad sublime que no renunciamos a tener y debe ser maquillado cuidadosamente. Alguien me dirá que lo que aquí se halla en conflicto es la elevación de los ideales pugnando con la bajeza de nuestra condición caída; pero ¿por qué no hemos de reconocer abiertamente que nuestros ideales no son para nosotros, que destruirían la especie humana si se cumplieran un solo día, que su fulgor abstracto no tiene nada que ver
con el feroz ardor que realmente nos impulsa? Somos rapaces, concupiscentes, vengativos y violentos. ¿Se dirá que vivimos en sociedad a pesar de nuestra mala ralea? ¡Mil veces no y por el contrario: gracias a ella! Lo que nos hace tolerarnos unos a otros es precisamente la codicia y la voluptuosidad; lo que nos inclina ante una autoridad única, sin la que no habría Estado ni progreso, es el temor que nos tenemos unos a otros; lo único que nos hace aceptar y hasta buscar árbitros comunes es nuestro egoísmo, que trata de evitar las funestas consecuencias de la índole injusta y mentirosa que poseemos.

Los verdaderos santos fueron anacoretas, eremitas, enemigos consecuentes de las apetencias del hombre y de las exigencias innobles que satisface la vida social: fueron destructores individuales de la comunidad humana, porque llevaron hasta su conclusión lógica el aborrecimiento secreto que todos nos profesamos.

No veáis en estas palabras, reverendo padre, un intento de reprobar la forma de ser de los hombres ni, aún menos, el germen de un propósito de transformarlos. Nada más lejos de mi ánimo que cualquier proyecto regenerador. No, lo único que pretendo es entenderlos y entenderme, para alcanzar mi provecho por los medios más adecuados y sin confundir lo que se dice sobre las cosas con lo que las cosas realmente son. Si los hombres se engañan o fingen engañarse constantemente sobre sus verdaderos intereses, si enmascaran sus móviles y consideran monstruoso lo que no es en verdad sino demasiado normal, mientras ensalzan como ideal lo que sería auténtica monstruosidad en el caso de realizarse en este mundo, esto no puede deberse a puro vicio de su corazón o de su intelecto. Dios o la naturaleza -como dice el docto Spinoza- no consentiría tal aberración si no fuera absolutamente imprescindible para la conservación de la humanidad. Y la ilusión sobre sí mismo sin duda es necesaria al hombre para no hundirse de nuevo en esa animalidad de la que está todavía demasiado próximo. Puedo cruzar una estrecha franja de madera si la dispongo a medio metro del suelo, pero me resulta infranqueable si pasa sobre un hondo abismo; si alguien quiere capacitarme para recorrer la tabla sobre el precipicio, deberá convencerme -por hipnosis o persuasión- de que êste no tiene más que unos pocos centímetros de profundidad.

Del mismo modo, padre mío, el hombre necesita engañarse sobre la condición vertiginosa y sulfúrica de los cráteres que subyacen su alma, para poder circular por encìma del vacío con ánimo sereno y pie firme. Algunos animales han sido dotados por la naturaleza de la facultad de cambiar sus formas o de fingir unas armas, tamaño y ferocidad que en realidad no les corresponden para, de este modo, burlar el acoso de sus enemigos.
Pues bien, posee un don muy semejante el hombre pero, como su mayor enemigo es él mismo, lo tiene predispuesto para funcionar cara a su propia especie. Actor y público de un espectáculo cuyo argumento no por fantástico es menos creído, finge ser lo que no es, querer lo que no quiere, aborrecer lo que ama y desdeñar aquello en cuya persecución corre... ¡y todo ello para conseguir el cumplimiento de unos anhelos feroces que le han sido dados y de los que es tan poco responsable como del sol que sale cada mañana!
Estas verdades me parecen claras y distintas, como exigía en su método el sabio Cartesius. Y ahora yo os pregunto, doctísimo y pio padre: ¿qué hacer cuando uno ve claramente la falsedad de los usos humanos y sabe, sin embargo, que tal falsedad es necesaria? ¿Cómo fingir cuando, por accidente o estudio, se ha descubierto más allá de toda duda el entramado celosamente oculto tras las bambalinas? Hay que fingir, es claro; pero hay que fingir sabiendo que se finge, lo cual no es nada fácil. Los demás son actores espontáneos, que ignoran la mayor parte del tiempo el papel que representan, mientras uno debe esforzarse consciente y deliberadamente por hacer verosímil su personaje. No es sencillo llevar máscara con naturalidad más que cuando uno la toma por su propia cara... Lo he intentado lo mejor que he podido, pero finalmente no he logrado evitar el cometer uno o dos fallos triviales que luego se han revelado decisivos.

Todos me han vituperado y abrumado con el furor que deberían volver contra sí mismos si se atrevieran a saber lo que yo sé. Mi pecado consiste en haber sido sinceramente hipócrita entre tantos hipócritas sinceros; la única defensa -o venganza- que imagino contra quienes me han arrebatado triunfalmente mi máscara es señalarles la evidencia de la suya. Sé que de este modo pongo en peligro el orden todo del mundo, pero debo admitir que su conservación no me interesa tanto como antes. Al contrario, no me importaría ver derrumbarse las universidades y las iglesias, las morales y el lírico pedestal del amor. Dígame, padre, ¿será que me aproximo a la santidad?"


Como nota curiosa, en italiano la palabra tartufo significa trufa. Una rica y sabrosa trufa.

1 comentario:

Baakanit dijo...

"que predica una cosa mientras realiza lo contrario"

Eso no pasa de moda.

Muy curioso tu post sobre el tartufo, hace poco para unas de mis clases terminé de leer "Liasons dangereuses" de laclos, y ésta novela tiene cierta influencia de Moliére.

A través del sistema epistolar el protagonista le decía a la dama que se quería conseguir una cosa, mientras pensaba, y actuaba hacia otra.

Saludos